El genio de la música
Había abandonado el Parnaso
y revoloteaba por los pasillos del Insti de Pastoriza.
Eran las 10 de la mañana,
todas las aulas estaban cerradas,
Y aunque él era un genio pequeño,
no podía entrar por las rendijas
que dejaba la puerta y el dintel de la misma.
Estaba contrariado, seriamente contrariado,
había abandonado el parnaso para comunicar a un humano el don de la música y ahora que podía hacerlo no encontraba a ninguno.
Los pasillos seguían solitarios,
de las aulas solo salían las voces de los profesores explicando.
Estaba casi desesperado,
subía las escaleras, deambulaba por todos los lugares del Insti,
pero nada, no encontraba a nadie para hacerle donación del don de la música.
Pero de pronto, una clase se abrió, de ella salió Cecilia,
Iba a realizar unas fotocopias de una partitura de un vals,
el genio corrió tras ellas, se sitúo a su lado
y cuando Cecilia estaba apoyada en la Conserjería
el duende abrió su mano, sopló
y un invisible vendaval de do, re, mi,…
salieron para depositarse suavemente
en la cabeza de Cecilia.
Maribel le entregó las fotocopias
Y ella subió presurosa a la clase de música
Entregó las fotocopias,
Y en un arrebato inusual
Preguntó ¿puedo interpretar la canción que aquí está fotocopiada?
La profesora le dio autorización.
Un sonoro aplauso y unos bravos
Salieron de los compañeros
Cecilia había tocado como nunca lo había hecho.
Tocaba como los mismos ángeles.
El genio sonrió y retorno a su parnaso.
por Migueluis Caballero
Ángel Bareira Núñez, ilustración
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