por Inma Taboada Trigo 1º C
Llevo cinco años dentro de este arcón.
Soy una lámpara de aceite jubilada
inesperadamente siento como el tapa de mi encierro se abre
y distingo el rostro de Lucía en la penumbra.
Enseguida veo la situación: se fue la luz.
No encuentran una de esas linternas modernas que suelen utilizar
y deciden cogerme a mí,
una lámpara de aceite vieja y en desuso,
pero es mejor que quedarse a oscuras.
Me enciende y comienzo a sentir un calorcillo que casi había olvidado,
empezaremos nuestro recorrido por la casa.
Es una casa grande, con muchas habitaciones
Lucía se dirige al garaje.
Las paredes blancas del pasillo,
apenas iluminadas por mi luz, me hacen tiritar de miedo,
las puertas se abren dejando una extensa sombra.
Lucía está temblando, tiene más miedo que yo.
Con apenas 6 años todavía cree en monstruos y fantasmas
pero intenta parecer segura y decidida porque está conmigo,
soy la luz que le ilumina el camino.
Llegamos al garaje,
detrás del ford azul celeste
está la caja de herramientas del padre de Lucía.
Después de unos minutos revolviendo
encuentra una de esas máquinas de luz artificial
que aunque ella no lo diga, yo lo sé,
no le hacen sentirse tan segura como cuando está conmigo.
Mi aventura se acaba,
volveré al arcón después del viaje de vuelta
y probablemente no me volverán a utilizar,
pero estoy contenta
porque al menos hoy di luz y seguridad a Lucía.
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