Cuando la mano del viento azotó el barco, éste inició su viaje surcando las feroces garras del océano.
A la tripulación se sumó un polizón, una gaviota que se había cansado de luchar con los proyectiles cristalinos del cielo en aquel día gris, lluvioso y frío. Estaba agotada y buscaba un lugar donde cobijarse.
Pasada la tormenta, la gaviota se convirtió en un marinero más, pisando firme sobre la cubierta de aquel lobo de mar, e intercambiando vivencias mientras los días pasaban y se acercaban, por fin, a su destino.
Texto: Sergio Calvete
Música: Pedro Aláez; Locución: Raúl Taboada; Edición: Luis Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario